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El Nautilus, según Kevin
O´Neill en La Liga de los Caballeros Extraordinarios
Un habitante del país de los oprimidos* Roberto Coria En las primeras páginas de 20,000 leguas de viaje submarino, Julio
Verne nos advierte, a través del profesor Pierre Aronnax, erudito del Museo
de Historia Natural de Paris, de la existencia de un gigantesco monstruo
marino que en el año de 1866 ataca y destruye embarcaciones a lo largo de los
siete mares. Para darnos una idea de las dimensiones de esta criatura, Verne
cita a un par de figuras terribles: el mítico Kraken y la ballena blanca Moby
Dick. Esta última, como es bien sabido, es protagonista de la novela
homónima de Herman Melville –publicada en 1851- y suele ser considerada el
relato canónico de aventuras marinas. Durante muchos años me he adherido a
esta opinión casi unánime, pero la relectura indispensable de la más
memorable creación de Julio Verne ha puesto en duda mi sentir. La
historia de 20,000 leguas de viaje
submarino –cuyo título inicial fue Viaje
bajo las olas- inicia en 1866, el mismo año en que Verne comenzó a
escribirla. Desde el verano de 1867, Jules Hetzel daba la primicia de su
inminente publicación a los suscriptores del Magasin d´education et de récréation. Aseguraba orgulloso que
sería“el más extraordinario libro de este minucioso y apasionante autor”. Su
versión definitiva, la que Verne escribió después de romper un primer
manuscrito, vio la luz el año de 1869 y se convirtió de inmediato en un
éxito. Como sucede en al menos 30 de sus Viajes extraordinarios,
Verne utiliza el mar como escenario de esta formidable aventura. Narrada en
primera persona por el profesor Aronnax a lo largo de 47 capítulos divididos
en dos partes, relata la expedición emprendida por el gobierno norteamericano
para dar caza a esa monstruosidad que hunde barcos. Aronnax se encuentra en
Nueva York cuando en su calidad de experto –es autor del libro en cuatro
tomos Los misterios de los grandes
fondos submarinos- recibe una invitación para embarcarse en el USN Abraham Lincoln, capitaneado por
el comandante Farragut. Aronnax es el típico científico de las novelas de Verne. Curiosamente
en las ilustraciones que Édouard Riou hace para la novela, ambos tienen un
notable parecido. Es un hombre entrado en años, objetivo, cauteloso y
apasionado por su campo de estudio, en este caso el mar y sus secretos. El académico francés va acompañado de su aprendiz Conseil –Consejo en
algunas traducciones a nuestro idioma-, joven flamenco que lleva diez años
acompañándole en sus correrías y que ha desarrollado una gran capacidad para
clasificar especies marinas. A bordo del Abraham Lincoln
también se encuentra el canadiense Ned Land -que Aronnax describe como la
mejor arma del buque- conocido como el rey de los arponeros. Es un hombre de
gran habilidad y sangre fría, de unos cuarenta años de edad, fuerza
formidable, elevada estatura, colérico y poco comunicativo. Después de semanas de infructuosa búsqueda encuentran finalmente al
monstruo marino. Después de una emocionante persecución que seguramente está
inspirada en el clásico de Melville, y que Peter Benchley retomó en su novela
Tiburón, el monstruo termina por
hundir al navío. Solamente Aronnax, Conseil y Land sobreviven al naufragio. Al
despertar descubren que se encuentran en las entrañas del monstruo y que no
se trata de un ser viviente, sino de un ingenio mecánico: un submarino.
Aparece entonces su anfitrión, un misterioso hombre que se hace llamar
Capitán Nemo, quien de inmediato se convierte en el personaje principal de la
novela y en el más fascinante y representativo de la obra de Verne. En muchas
formas, es también el que mejor refleja sus aspiraciones adolescentes. Nemo significa en latín Nadie, al igual que su anagrama Omen
significa presagio y fatalidad. Es un hombre de nacionalidad desconocida –su
origen se revela en otra obra de Verne- que ha roto todo vínculo con la
humanidad y se ha lanzado al océano para alcanzar sus propósitos. El mar es
su patria adoptiva. Allí ha encontrado la libertad que tanto anhelaba. Habla
francés, inglés, alemán y latín sin denotar ningún acento. Estudió ingeniería
en Londres, Paris y Nueva York. Es un apasionado de la pintura y la música.
Posee una riqueza personal con la que “podría pagar sin problemas la deuda
exterior de Francia, que asciende a 12 mil millones de francos”. Nemo tiene un propósito poderoso: la venganza. Confiesa que alguna
vez fue “habitante del país de los oprimidos”, y utiliza sus recursos para
aliviar el pesar de los pobres y para vengar a las víctimas de la injusticia.
Es para ello que con la ayuda de sus marineros –a quienes se refiere como sus
hermanos, sus compatriotas- ha construido el prodigio tecnológico conocido
como Nautilus, su hogar y medio de transporte, casi una extensión de sí
mismo. Él lo ha diseñado y ensamblado secretamente en una isla con un lago
submarino y un volcán apagado. Como afirma Fernando Savater,
el Nautilus es el primero de los submarinos conocidos y el último que
olvidaremos. A lo largo de tres capítulos, Nemo describe al asombrado Aronnax
los detalles de su construcción y su funcionamiento. Le revela que la fuerza
que lo impulsa es la electricidad, pero nunca despeja la duda del método por
el cual la genera. ¿Podemos presumir que el Nautilus era un submarino
nuclear? El sumergible es una suerte de arca de Noé de artificio, un
museo-acuario que alberga una biblioteca conformada por 12,000 volúmenes –el
1% del acervo de la Biblioteca Nacional de México- a los que califica como
“su único lazo con la tierra”, una colección de arte de los más grandes
maestros, la más amplia compilación de especimenes marinos y una infinidad de
tesoros que ha recolectado en el fondo del mar. Pero a pesar de contener
todas estas maravillas, el Nautilus es también un arma de destrucción, hecho
que contraviene la visión optimista de la ciencia que Verne plasma en sus
novelas. Durante casi 10 meses –las 20,000 leguas del título-, los
invitados-prisioneros de Nemo viven toda clase de aventuras: hacen una
cacería en los fondos marinos, exploran embarcaciones hundidas, recolectan
perlas en almejas gigantes, son atacados por nativos salvajes, luchan por escapar de los hielos del Polo
Norte, recorren el río Amazonas, se encuentran con ballenas, combaten
tiburones sedientos de sangre, descubren la ciudad perdida de la Atlántida y
luchan contra un grupo de calamares gigantes. Los detalles los pasaré por
alto para invitar a la lectura –o relectura- de este clásico. Los capitanes del Nautilus y del Pequod comparten
muchas semejanzas. Los relatos que protagonizan son espléndidas narraciones
donde sus autores, Julio Verne y Herman Melville, hacen gala de detalladas
descripciones de la vida marítima y de las técnicas de navegación del siglo
XIX. Nemo, al igual que Ahab, se ha lanzado al mar para llevar a cabo su
venganza. Los dos sufrieron pérdidas terribles: Nemo la de su esposa e hijos;
Ahab la mutilación de su propio cuerpo. La ballena blanca que persigue Nemo
es la tiranía. Ambos se fortalecen por su odio, en la misma tradición de
personajes como el joven capitán Edmundo Dantés que escapa de prisión para
castigar a los culpables de su injusto encarcelamiento, o del millonario
Bruce Wayne que adopta la figura de un murciélago para buscar otra forma de
justicia. Sin embargo Nemo no se ha sumergido por completo
en la oscuridad. A pesar de los múltiples crímenes que comete, el lector
desarrolla simpatía por él. Aronnax emplea adjetivos como extraordinario y fascinante para describirlo. Nemo arriesga su vida para salvar a
sus hombres en muchas ocasiones, llora la muerte de sus camaradas de armas y
se preocupa por la preservación de las especies marinas –“la voracidad de los
pescadores algún día acabará por extinguir a la última ballena del océano”-. El desenlace de la historia es tan súbito como impresionante. Pero es innegable que Nemo, ese arcángel del odio, ese terrible justiciero, ha alcanzado la gloria y la inmortalidad, al igual que el hombre que lo concibió. ____________________ * Texto escrito para ser leído en
la Biblioteca Nacional de México, dentro del curso “Invitación al viaje.
Diálogos de Julio Verne con el cine”, organizado por el Instituto
de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y Cadáver exquisito, celebrado en junio y julio de 2005. |
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Cadáver exquisito. Todos los derechos reservados.
Próxima actualización, enero de 2006.