¡Feliz cumpleaños, Batman!

15 años con la obra de Tim Burton

Roberto Coria*

 

 

“Todo el mundo ama a los héroes. En cierta manera todos tenemos un héroe en nuestro interior. Nos ayuda a actuar con honestidad, nos da fortaleza, nos ennoblece y llegado el momento nos permite morir con dignidad, aún cuando a veces para mantener su firmeza tenga que renunciar a lo que más quiere. Incluso a sus sueños”, dice en una estupenda película una anciana a su atribulado sobrino, y le ayuda a redefinir su causa. La mujer, llamada May Parker, hace una afirmación sabia.

El héroe es una figura especialmente apreciada en todas las culturas. Desde la mitología clásica hasta la tradición histórica, los héroes han sido fuente de inspiración para la gente de todas las épocas. Al igual que personajes como Hércules o Sansón, el cómic, hoy llamado Noveno Arte, nos ha suministrado de una nueva forma de figura mitológica que ha constituido todo un género: el superhéroe. Algunos de estos modernos titanes, de la misma manera que sus precursores clásicos, surgieron del matrimonio del cielo y la tierra: como el Mesías de cualquier religión, Superman tiene un padre terreno (el Sr. Kent, de Smallville) y un padre celestial (Jor-El, de Kripton), aunque estructuralmente su omnipotencia lo aproxime más a la figura de Zeus, soberano del cielo. Otros, por el contrario, proceden de la oscuridad: al igual que Hades, señor del inframundo y de los diamantes, Batman se mueve en las tinieblas gracias al goce de la fortuna heredada por sus padres muertos.

Estéticamente, y como explica Román Gubern en su ensayo El discurso del cómic, los superhéroes se caracterizan por la perfección anatómica según los cánones grecolatinos. Pero más allá de su representación visual, estos personajes de ficción exaltan los valores más luminosos del ser humano: la templanza, la lealtad, la entrega, la compasión, el sacrificio, la sed de justicia y libertad.

El superhéroe se ha integrado ya al imaginario colectivo del hombre y su influencia se ha extendido a prácticamente todas las manifestaciones artísticas.

El cine no podía se la excepción. De hecho la historia del cine y el cómic se desarrollan de manera paralela. Algunos estudiosos coinciden en que ambos nacen formalmente en 1895, aunque el origen del cómic puede remontarse a la tradición narrativa mediante imágenes que se remonta a las pinturas rupestres y que desenlazará hasta la aparición formal de la primera historieta en Norteamérica que integra ya el texto en el interior de los dibujos o viñetas. Suele señalarse a la tira cómica The Little Bears de James Swinnerton, publicada en el San Francisco Examiner en 1892, como la precursora de este medio.

El cómic, alianza de la imagen y la palabra, posee un lenguaje muy similar al de la cinematografía (encuadres y angulaciones, puntos de vista, códigos de movimiento, gestualidad, etc.), así que no debe extrañarnos que sus caminos se crucen como lo hemos visto en abundancia recientemente.

En sus primeros días el cómic poseía un carácter inminentemente cómico (de ahí su nombre en el idioma inglés). Buscaba retratar los altibajos de la vida cotidiana buscándole el lado amable. De ahí el éxito de tiras cómicas como Down in Hogan´s Alley de Richard Outcoult, que debuta el 7 de julio de 1895 en el periódico New York World de Joseph Pullitzer. Gracias a su protagonista The Kid (posteriormente The Yellow Kid) comenzó a establecerse una división genérica en las tiras cómicas. Se creó así el llamado kid strip, posteriormente el family strip y el girl strip.

Como la flor que crece en el pantano, el arte florece en momentos especialmente difíciles. En 1929 ocurre la famosa caída de la Bolsa norteamericana que da origen a la llamada Gran Depresión, una de las crisis económicos más devastadoras de la historia. Este mismo año surgió en el cómic la vertiente llamada illustrational strip, que significa una notable evolución estética y tiene como principales exponentes a Harold Foster y Burne Hogarth con su adaptación de Tarzán, y a Dick Calkins con Buck Rogers.  Posteriormente las tiras cómicas evolucionarán a un formato de publicación periódica llamado comic-book, facilitando la elaboración de relatos de varias páginas en una sola entrega, poniendo fin a la narración serial de cuatro viñetas que concluía con un frustrante “continuará...”.

Dentro de esta nueva forma conocida como comic-book será de capital importancia la figura del Mayor Malcolm Wheeler-Nicholson (1890-1968), militar retirado, aventurero y escritor, que creó en 1935 la editora New York Company (conocida hoy como DC Comics) y lanzó al mercado la revista New Fun, the big comic magazine. Con una trayectoria empresarial complicada, el Mayor Wheeler Nicholson lanzó varios títulos más New Fun comics, More Fun comics y New adverture comics. En las páginas de sus revistas se daban cita espías, aventureros, aviadores, policías e incluso adaptaciones de la literatura universal. Al borde de la bancarrota, la empresa (ahora a cargo de un veterano del negocio llamado Jack Liebowitz), decidió lanzar un título más, Action Comics, que representaría el éxito comercial tan anhelado. Resulta que un par de jóvenes de Cleeveland, el escritor Jerry Siegel y el dibujante Joe Shuster, habían creado años atrás un nuevo personaje que ofrecieron en varias partes sin tener suerte. Se trataba de un superhéroe. Este había llegado al escritorio de Sheldon Mayer, editor del McClure Newspaper Syndicate, quien lo rechazó y propuso a Jack Liebowitz de DC Comics. Este lo envió a su editor Vincent Sullivan para que lo evaluara y de inmediato de dijo que comprara los derechos. Esta es sin duda una de las decisiones más sabias de la historia.

De este modo, Superman cruzó el cielo por primera vez en el número 1 de Action Comics en junio de 1938. Y la respuesta sin precedentes que obtuvo hizo que la empresa se abocara de inmediato a la búsqueda de nuevos héroes.

Es así como surgió Batman.

Todo comenzó hace 65 años en la ciudad de Nueva York. Superman tenía poco más de un año en circulación y gozaba de excelentes ventas.

El editor Vincent Sullivan encomendó a un joven dibujante de 18 años llamado Bob Kane que crease un nuevo personaje para satisfacer la creciente demanda de superhéroes. Kane era un ferviente lector de libros acerca del origen de las cosas, y precisamente de ahí vino su primera influencia para la concepción de su nuevo héroe. Cuando tenía 12 o 13 años se topó con un libro sobre la obra de Leonardo Da Vinci, y quedó maravillado con la ilustración de una máquina voladora que el artista italiano había creado 500 años atrás. Esta mostraba a un individuo con unas enormes alas de murciélago, y ostentaba una inscripción que decía “su pájaro no debería tener otras alas que no fueran las de un murciélago”.

Su segunda influencia fue la película de 1920 The mark of Zorro, protagonizada por la leyenda del cine Douglas Fairbanks. El actor personificaba a un aburrido aristócrata durante el día, pero por las noches se convertía en El Zorro. Ocultaba su rostro tras una máscara y salía de su cueva montado en su brioso caballo negro, para lucha a favor de los oprimidos.

La tercera inspiración fue la sombría película de 1930 The Bat Whispers, con Chester Morris interpretando a un villano llamado Boston Blackie, que vestía un disfraz de murciélago para cometer fechorías. También fue importante la atmósfera de otras famosas películas de la época, como Drácula (1931) de Tod Browning, estelarizada por Bela Lugosi.

Kane también se inspiró en héroes de la radio y de las novelas pulp, una forma literaria de gran popularidad en la década de los veintes y treintas. En los libros pulp, que recibieron su nombre por estar impresos en papel de baja calidad hecho con pulpa de madera, se desarrolló un género de gran popularidad, el relato detectivesco o hard boiled. Escritores como Raymond Chandler y Dashiell Hammet retrataron la sordidez del bajo mundo en historias donde sus duros detectives combaten el crimen en las calles, enfrentándose a la miseria, la corrupción y el vicio. Este género literario va a marcar el estilo del llamado Film Noir de los años cuarentas. Y en la línea detectivesca no podemos dejar de mencionar a Dick Tracy, el intrépido policía creado por Chester Gould, quien combatía a una grotesca galería de gangsters empleando artefactos de alta tecnología, como su popular reloj de mano. En el pulp también surgieron héroes como el magnate Richard Wentworth, quien se disfrazaba como The Spider, un héroe que combatía el crimen y marcaba a los criminales con el símbolo de la araña oculto en su anillo. También está el aventurero Lamont Cranston, quien por las noches se convertía en The Shadow. Otro caso es el de Doc Savage, un científico que poseía habilidades sobrehumanas. Y finalmente encontramos a Breet Reid, editor y dueño del diario The Sentinnel, que por las noches se convertía en el Avispón Verde.

 

Bob Kane envió sus primeros bocetos al escritor Bill Finger, con quien había trabajado anteriormente en un cómic llamado Rusty and his pals. Finger es el héroe desconocido en el desarrollo de Batman, pues su nombre nunca apareció al lado del de Kane en los créditos. No solo escribió  los mejores guiones de Batman durante años, sino que realizó importantes contribuciones para su apariencia: sugirió se cambiaran las alas de murciélago dibujadas originalmente por una capa de bordes angulosos, además decidió que luciría mejor dejar los ojos del personaje en blanco detrás de su máscara. También proporcionó el nombre de su alter ego: Bruce Wayne. La similitud con el nombre del artista no es coincidencia, pues Finger se percató que Kane dibujaba al personaje basándose en su propia apariencia (o la que deseaba fuera su apariencia) y ambos tenían hábitos nocturnos de trabajo.

Al igual que Superman y otros de sus antecesores, Batman era un sujeto ordinario durante el día y un combatiente del crimen durante las noches. No tendría superpoderes o capacidades sobrehumanas, sino habilidades excepcionales provenientes de una autoeducación científica y atlética facilitada por el goce de una herencia millonaria. Su Ciudad Gótica, al contrario del Metropolis de Superman, era una urbe más oscura y problemática que era el blanco constante de una gran variedad de villanos.

El resultado final fue un personaje muy interesante, y Vincent Sullivan decidió publicarlo, convirtiéndose en uno de los editores más astutos de la historia de los medios impresos. De este modo Batman, conocido en sus primeros números como The Bat-man, incursionó por primera vez en la noche en la revista Detective Comics No. 27, en mayo de 1939.

Desde su primera aventura titulada El Caso del Sindicato Químico, quedó bien establecido el tono oscuro del personaje. Batman era un vigilante sombrío de métodos poco ortodoxos, que operaba al margen de la ley. Sus enemigos, comúnmente gangsters y otros delincuentes, tenían la extraña tendencia a caer de las azoteas, o morir en incendios, y aunque Batman nunca era responsable directo de esto, no mostraba remordimientos. Incluso en sus primeros días se permitió portar una pistola en su cinturón, que utilizó para aniquilar a unos vampiros en una aventura en Hungría. El arma fue inmediatamente suprimida por las implicaciones negativas que podía tener entre sus lectores.

Kane y Finger evolucionaron significativamente en el proceso. Sus historias se convirtieron paulatinamente en elaboradas tramas de misterio, visualmente espectaculares, cargadas de elementos y situaciones extraídas de la literatura pulp. Pero algo faltaba. Fue así como ambos urdieron la más famosa e increíble historia de Batman, publicada en dos paneles de Detective Comics No. 33 (noviembre de 1939). Habían decidido darle un origen.

 Idearon a Bruce Wayne a partir de los 8 años de edad. El pequeño Bruce asistió al cine a ver La marca del Zorro con sus acaudalados padres el Dr. Thomas Wayne y su esposa Martha. Al salir son sorprendidos en un oscuro callejón por un ladrón (identificado años más tarde como Joe Chill) con pistola en mano. Al resistirse al asalto, los padres de Bruce son acribillados por el delincuente, mientras Bruce contempla la escena aterrorizado. El delincuente huye mientras el niño solloza sobre los cadáveres.

Bruce crece bajo la custodia del fiel mayordomo de la familia Alfred Pennyworth (y la trabajadora social Leslie Thompkins, en una adición posterior al mito). Estudia criminología, psicología, ciencias, acrobacia y artes marciales. Se convierte a sí mismo en un instrumento supremo de justicia: luchador, experto forense, amo de los disfraces y artista de las fugas a la altura de Harry Houdini. Al cumplir los 18 años utiliza su fortuna para viajar alrededor del mundo, en busca de quienes le pudieran enseñar cómo combatir al crimen. Al regresar años después a Ciudad Gótica, se da cuenta que sus habilidades no son suficientes. Es así como sucede este famoso momento:

 

Un hombre joven, bien parecido, vestido con una elegante chaqueta, cavila recorriendo las amplias habitaciones de su mansión ancestral, mientras las nubes ocultan a medias la luna.

El individuo musita. “Los delincuentes son un grupo supersticioso y cobarde, de manera que mi disfraz debe ser capaz de aterrorizarlos. Debe representar a una criatura nocturna, terrible, siniestra”.

Se escucha de pronto un estruendo, a la vez que se abre una ventana. Entra entonces volando un enorme murciélago en la habitación. “¡Un presagio! ¡Eso es!”, se entusiasma. “Me convertiré en un murciélago”.

        

Confecciona así un disfraz gris y azul oscuro, con una capa y una media máscara en forma de murciélago. Su misión cobra entonces un nuevo sentido. Al poco tiempo los delincuentes comenzaron a correr la voz sobre un ser terrible que los estaba acechando, conocido solo como The Bat-man.

En su cruzada nocturna contra la corrupción y el delito, Batman encontró numerosos aliados que comparten su pasión por la justicia, como el teniente de policía James Gordon, quien eventualmente se convertiría en el Comisionado de Policía de Ciudad Gótica.

Sin embargo la incorporación de Robin, el Muchacho Maravilla a la historia representó una notable alteración. No solo capturó a innumerables niños lectores que se identificaban con el joven héroe (Robin era el niño que de pronto podía ayudar a su héroe adulto), sino que elevó casi al doble las ventas de la publicación. Convirtió así al llamado side-kick, o compañero, en un personaje obligatorio para prácticamente todos los superhéroes posteriores. Creado por Bill Finger como respuesta a su frustración por la soledad de Batman (el héroe no tenía a nadie con quien hablar y compartir su interioridad), Robin era Dick Grayson, y era hijo de artistas circenses que mueren en un accidente ocasionado por el criminal Tony Zucco, que pretendía vender protección al dueño del circo. Bruce Wayne es testigo de esto y ve su tragedia personal reflejada en el rostro del muchacho. “Creo que tú y yo somos víctimas de un problema similar”, le dice, y decide tomarlo bajo su protección. Gracias a sus dotes acrobáticos, Dick fue fácilmente entrenado. Pronto obtuvo el colorido disfraz rojo, verde y amarillo y se convirtió en el compañero de lucha del Detective Oscuro.  

 

La década de los 40´s fue fructífera para el Dúo Dinámico. El estallido de la 2ª. Guerra Mundial significó un auge para la industria editorial: los cómics eran un medio de evasión para niños y adultos. La necesidad de la figura heroica tuvo una especial resonancia en los tiempos de guerra. Los superhéroes se convirtieron en emblemas de esta época, eran los detentores de la justicia y los ideales de libertad nacional. Mientras otros héroes se marcharon a Europa para combatir a la amenaza Nazi, Batman y Robin se quedaron en casa para defender a la nación de los enemigos domésticos (los habituales gangsters y delincuentes, contrabandistas, espías, etc.) además de una colorida galería de psicópatas y mentes criminales. Entre estos sobresalen El Guasón, Gaúbela, El Pingüino y Dos Caras. También se comienzan a introducir los diversos dispositivos que habrían de facilitar su cruzada nocturna (baticuerdas, batarangs, batisolventes, etc.) y que llevan consigo en los ingeniosos cinturones indispensables para sus correrías. También se presentan los diversos vehículos con los que habrían de desplazarse en cualquier terreno, siendo el famoso Batimovil el más popular. Todo este impresionante arsenal se encuentra resguardado en su base de operaciones, la mítica Baticueva, ubicada en las entrañas de la mansión Wayne y que está equipada con la más alta tecnología para el combate del crimen.

También la década de los cuarentas marca el ingreso del personaje a la radio y el cine. En 1943 se estrenó el serial cinematográfico de 15 episodios titulado Batman, producidos por Columbia Pictures y dirigido por Lambert Hyllier. Narraba la lucha de Batman (Lewis Wilson) y Robin (Douglas Croft) contra el malvado Dr. Daka, un científico nazi que podía convertir a los hombres en zombis. Un segundo serial, de idéntica estructura y producción, fue realizado por Spencer Bennet en 1949, con una intriga predominantemente policíaca. Los actores cambiaban: Batman era Robert Lowery y Robin era John Duncan.

A principios de los cincuentas las historias del cómic habían excedido su contenido violento y gráficamente explícito. Es así como surge el más grande villano de la historia del cómic. Y no era El Guasón, Lex Luthor o el Dr. Octopus, sino un hombre de carne y hueso, el Dr. Frederic Wertham, un psicólogo que publica en 1954 un libro titulado The seduction of the innocent, donde aseguraba que los cómics ejercían una influencia negativa entre los niños y jóvenes, estimulando fantasías de violencia sádica, practicas homosexuales y propiciando la delincuencia juvenil. De tal suerte el Senado norteamericano impuso un Código de Censura que pretendía purgar toda la violencia de la industria del cómic. Como resultado las historias de Batman, y todos sus colegas, se convirtieron en un vehículo de promoción del correcto american way of life.

Para 1964 los efectos del Código de Censura comienza a disiparse y Batman retoma su tratamiento sombrío y majestuoso, gracias a la visión del dibujante Carmine Infantino. Es en esta época cuando el editor Julius Schwartz decide encerrar el símbolo del murciélago en un óvalo amarillo, convirtiéndose así en su emblema oficial, hoy por todos conocido. Lo que pocos sospechaban es que la televisión se disponía a desviar el concepto dramático del héroe hacia un clima de comedia. 

El 12 de enero de 1966 se estrenó en la cadena ABC el primero de una serie de programas de televisión de 25 minutos, en grandioso technicolor, que se extendería a 120 capítulos hasta su conclusión el 14 de marzo de 1968, y que desprendería un largometraje dirigido por Leslie H. Martinson. El enfoque de los productores, William Dozier y 20th Century Fox, así como el del supervisor de sus guiones Lorenzo Semple, Jr., era irónicamente camp. Batman se convirtió entonces en un personaje de vodevil. Sus escenas de acción, tremendamente divertidas, eran adornadas por onomatopeyas que se sobre imponían en las imágenes. Por si fuera poco el programa estaba plagado de bromas, voluntarias e involuntarias.

La sorpresa de los televidentes se convirtió en una exitosa estela de carcajadas. El tema musical de la serie, compuesto por Neal Hefti, se colocó en los primeros lugares de popularidad. Todo creó una frenética batimanía colectiva. En el medio del espectáculo hubo una pugna por aparecer en la serie. En esta desfilaron estrellas de la talla de Jill St. John, George Sanders, Ann Baxter, Julie Newmar, Van Johnson, Shelley Winters, Vincent Price, Frank Gorshin, Carolyn Jones, Michael Rennie, Bruce Lee, Sammy Davis Jr., John Astin, Joan Collins, Liberace, Ida Lupino, Ethel Merman, Eartha Kitt, Cesar Romero, Burguess Meredith, Zsa Zsa Gabor, Roddie McDowall, Victor Buono y un larguísimo etcétera. Los roles principales correspondían a Adam West como Batman, Burt Ward como Robin y Alan Napier como el fiel mayordomo Alfred.

Otra propuesta televisiva surge en 1966 con la serie de dibujos animados The adventures of Batman, difundida por la CBS, y a partir de 1973 con la serie Super Friends producida por la Hanna-Barbera. En 1978 los productores Don Christensen, Lou Scheimer y Norm Prescott lanzarían The new adventures of Batman para la CBS, las voces de los protagonistas eran suministradas por Adam West y Burt Ward.

 

A principios de la década de los setentas llega una nueva administración a DC Comics y se toma la decisión de actualizar a sus personajes. El escritor Dennis O´Neil y el dibujante Neal Adams unieron fuerzas para borrar la imagen cómica que Batman había tenido durante varios años, con el afán de devolverle el carácter mítico y oscuro que originalmente tenía. En esta nueva etapa Batman se ha separado del Joven Maravilla, quien ha crecido e ingresa a la Universidad de Hudson, donde comienza a preocuparse por problemas de índole social como los movimientos estudiantiles, la pobreza, el racismo, la drogadicción, el terrorismo, etc. Estos eran los nuevos enemigos a vencer, y a veces la victoria era imposible. Años más tarde Dick Grayson, ya convertido en un hombre y un experto combatiente del crimen, desecha su colorido disfraz y asume la personalidad de Nigthwing. En la década de los ochenta aparecerá un segundo Robin, el problemático chico de la calle Jason Todd, quien morirá mas tarde a manos del Guasón por el rechazo que tuvo entre el público, y en los noventas será Tim Drake quien asumirá el rol del colorido compañero de Batman.

En 1978 sucede un acontecimiento cinematográfico que va a influir decisivamente en la concepción de la cinta que nos atañe. Warner Bros. encomienda al director Richard Donner la realización de una adaptación de las aventuras de Superman para la pantalla grande. Con un guión atribuido a Mario Puzo (escrito realmente por Tom Mankiewicz, quien recibió un crédito como asesor), la actuación de Christopher Reeve como el paladín de Metropolis, y el sólido soporte actoral de figuras como el recientemente fallecido Marlon Brando, Gene Hackman y Margot Kidder, la película de convirtió en un verdadero suceso de taquilla, inspirando una franquicia que en los ochenta se extendería a 4 películas. Era inminente que Batman siguiera estos pasos.

 

Los derechos del personaje de cómics creado por Bob Kane habían sido comprados a DC Comics en 1979 por los productores Benjamin Melkiner y Michael Uslan, quienes contrataron a Tom Mankiewicz para escribir una historia enfocada en el origen del Caballero Oscuro. Eventualmente, Melkiner y Uslan delegaron la producción de la cinta a Peter Guber y John Peters, quienes a principios de los ochentas contemplaron a un sinfín de cineastas para dirigirla, incluyendo a Joe  Dante y Ivan Reitman. La idea se mantendría en progreso hasta encontrarse un guión adecuado. Después del éxito de La Gran aventura de Pee-Wee el proyecto, desarrollado por la Warner Brothers, fue ofrecido a Tim Burton.

 

De hecho Burton fue aprobado hasta que los productores observaron el éxito en taquilla de su segundo largometraje, Beetlejuice, estrenado en 1988. La productora de Frankenweenie, Julie Hickson, escribió un tratamiento de treinta páginas antes de que Burton convocara a Sam Hamm, un guionista aficionado a las historietas con solo una cinta en su haber, Never Cry Wolf.

Hamm y Burton concibieron una historia oscura, sórdida y profundamente psicológica para el Cruzado Encapotado. Al igual que Mankiewicz lo hiciera en su primer guión, decidieron enfrentar al héroe al Guasón, pero en una Ciudad Gótica tenebrosa, salida casi del infierno, opuesta a la colorida urbe retratada en la serie televisiva de los sesentas. Burton buscaba regresar a la idea original de Bob Kane de los años cuarenta. Un factor determinante para que los estudios Warner aceptaran esta visión oscura fue el éxito que la novela gráfica tuvo a mitad de la década de los ochenta, originado en gran medida por un renovado interés por Batman promovido por el artista Frank Miller y a su obra The Dark Knigth retuns, una novela gráfica que exploraba la faceta más oscura de la psique del héroe.

También fue importante la labor del escritor Alan Moore con su historia The Killing Joke, en la que el enmascarado enfrentaba al Guasón.

 

Burton no era un gran aficionado a los comics, pero desde pequeño adoró la imagen de Batman y el Guasón. Ambos son personajes completamente burtonianos: seres marginales con personalidades divididas, es decir, con un lado luminoso y uno oscuro. Su cinta sería el duelo de dos fenómenos, la lucha de dos seres desfigurados física y psicológicamente.

La noticia de que Jack Nicholson fue seleccionado para interpretar al Guasón fue recibida con una aceptación unánime entre los fans del personaje. Otros notorios candidatos fueron Tim Curry y Robin Williams. El mismo Bob Kane visualizó a Nicholson como el payaso rey del crimen durante años.

El dos veces ganador del Oscar ya había trabajado con Peters y Guber en la comedia demoníaca Las Brujas de Eastwick, en 1987. Fue durante el rodaje cuando le propusieron interpretar el papel del Guasón. Nicholson recuerda una charla con los productores a las tres de la mañana, en la víspera de la filmación de la escena climática en la iglesia, donde es embrujado por sus encantadoras co protagonistas y vomita sobre todo el mundo. Cuando Peters hizo la oferta, el actor exclamó indignado “¡Estás loco? Aquí estoy interpretando al diablo y enfureciendo a todas las mujeres. ¿Quieres arruinarme la carrera?”. Pero después de discutir varias semanas, Nicholson comenzó a considerar las posibilidades del personaje. Con el estímulo de un jugoso sueldo de 6 millones de dólares más regalías por la mercadería, aceptó finalmente. Hoy en día muchos críticos coinciden en que la poderosa actuación de Nicholson es uno de los pilares del éxito de la cinta. El apellido su alter ego, Jack Napier, fue un homenaje al actor Alan Napier, quien interpretó a Alfred en la serie de televisión de los años 60´s. Él murió dos meses antes de iniciar la filmación.

Sin embargo, la designación de Michael Keaton para dar vida a Bruce Wayne/Batman causó una controversia sin precedentes. Fue John Peters el primero en sugerirlo para el papel. Otro fuerte candidato fue Bill Murray. Keaton era un comediante poco conocido que había hecho algunas cintas (Mr. Mom, Johny Dangerously y el drama competente Clean and Sober) antes de que Burton lo eligiera para caracterizar al neurótico y delirante fantasma Beetlejuice. Al poco tiempo unas 50 mil cartas fueron recibidas en los estudios Warner protestando por esta elección. Pero eso no fue todo. Fans indignados comenzaron a colocar carteles ofensivos en las convenciones de comics, mientras el Wall Street Jounal cubría esta crisis en primera plana. Un aficionado ofendido escribió al diario Los Angeles Times que “al convocar a un payaso, Warner Bros. y Tim Burton han defecado sobre la historia de Batman. Incluso Adam West, quien ridiculizó al personaje en los sesentas, sería una mejor elección que Keaton”. Curiosamente, el veterano West inició una campaña proponiéndose a sí mismo para reencarnar al héroe, criticando severamente la elección de su reemplazo. Otro golpe para los indignados fans fue el rediseño del disfraz de Batman, a cargo del diseñador de vestuario Bob Ringwood, quien cambió los colores azul y gris por el negro e incorporó una coraza similar a la musculatura. El peso del disfraz era de 90 libras y estaba fabricado con látex negro. Burton recuerda haber asistido a una convención de cómics en su adolescencia, en los días previos al estreno de Superman, y haber visto como una persona de Warner era virtualmente destrozada por los aficionados. Fue cuando comprendió la intensidad de la pasión de los aficionados a la historieta. 

Burton tenía intenciones bien calculadas al seleccionar a Keaton. No intentaba revivir el espíritu camp de la vieja serie, de la que se declaró un fiel admirador en su infancia. El pensaba que los héroes del cómic, altos, fuertes, de aspecto similar a Arnold Schwarzenegger no tendrían necesidad de ponerse un disfraz de murciélago por ser en sí portentos físicos, intimidantes para quien se les enfrentase. En cambio un sujeto normal ofrecería todas las ventajas dramáticas de la transformación, el se disfrazaría porque lo necesita para su cruzada. Adicionalmente, no pensaba dar un tratamiento luminoso a la historia de Batman, como lo hiciera Richard Donner en Superman. De hecho el primer guión de Mankiewicz era peligrosamente similar a la historia del último hijo de Kripton, solo había cambiado nombres y situaciones. Al leerlo, el mismo Burton lo encontró aterrador. No capturaba la esencia sombría y trágica de personaje.

La controversia puso nerviosos a los ejecutivos del estudio, pero cuando vieron las primeras pruebas de vestuario de Keaton, y la intensidad de su mirada tras la máscara, los temores se disiparon. 

El guión de Hamm contemplaba también una historia de amor. El interés amoroso del protagonista y su adversario sería la fotógrafa Vicki Vale, un personaje que apareció en el cómic de 1948 a 1963 y luego fue desechado. Para este papel Peters contrató a la actriz Sean Young, quien estelarizó junto a Kevin Costner el drama militar Sin Salida, pero ésta se lesionó al comenzar la filmación, mientras rodaba una escena (posteriormente suprimida del guión) donde montaba a caballo con Bruce Wayne. Fue así como Kim Basinger, popular por sus escenas eróticas en la cinta 9 1/2 semanas y hoy ganadora de un Oscar, vino al rescate. En la cinta Vicki Vale trata de descubrir la identidad del Hombre Murciélago de Ciudad Gótica, y aunque ha sido fotógrafa de Vogue y Cosmopolitan ostenta credenciales que la califican para semejante proeza: ella documentó visualmente el conflicto bélico del imaginario país Corto Maltese, lugar que menciona Frank Miller en su Dark Knigth Returns y es un homenaje a un importante y emblemático cómic creado por el artista italiano Hugo Pratt.

El resto del reparto está conformado por Michael Gough, antigua estrella de la Hammer films que sería nuevamente convocado por Burton en su fábula oscura La leyenda del Jinete sin cabeza, en el papel del mayordomo Alfred Pennyworth; Pat Hingle como el Comisionado de Policía James Gordon; Robert Wuhl como el reportero Alexander Knox (que originalmente iba a morir en la escena climática del desfile); Billy Dee Williams, mejor conocido como el tahúr reformado Lando Calrissian en la saga de La Guerra de las Galaxias, como el Fiscal de Distrito Harvey Dent (que posteriormente se convertirá en el psicópata desfigurado Dos Caras. Curiosamente en la tercera entrega el rol sería interpretado ridículamente por Tommy Lee Jones); Jack Palance, aunque ustedes no lo crean, como el Jefe de la Mafia Carl Grissom y Jerry Hall, ex esposa del rockero Mick Jagger, como Alicia. El mismo Burton hace una pequeña actuación como un secuaz del Guasón en la escena del museo. Como dato curioso, en el planteamiento original del guión aparecía Robin, el Joven Maravilla. En la escena del desfile, él y sus padres los Voladores Grayson ejecutarían un acto de acrobacia, entonces el Guasón les dispararía ocasionándoles la muerte; al final del guión, Robin haría su primera incursión en la noche. Pero afortunadamente su presencia fue suprimida por Burton por desear centrar la atención de la cinta en los primeros años de carrera de Batman.

 

Batman fue filmada en los Estudios Pinewood de Inglaterra (y en algunos exteriores como la Mansión Knebworth, en Hertfordshire), durante el invierno de 1988 a 1989, en un set que requirió la inversión de 5.5 millones de dólares para recrear la visión de Sam Hamm de una Ciudad Gótica infernal, con grandes reminiscencias a la terrorífica ciudad de Los Angeles de Bladerunner. El responsable fue el diseñador de producción Anton Furst, quien previamente había trabajado en The Company of Wolves de Neil Jordan y en Full Metal Jacket de Stanley Kubrick, y a quien Burton trató de convocar para Beetlejuice. Filmar en Londres tuvo dos ventajas para Burton: primero, construir su propia Ciudad Gótica, pues no quería recurrir a locaciones de Nueva York o Chicago, las ciudades más viables para evocarla, y segundo, alejarse todo lo que le fuera posible de las controversias. 

 A pesar de la fe inicial que Warner tenía en el guión de Hamm, fue retrabajado por otros dos escritores: Warren Skaaren, que ya había hecho Beetlejuice para Burton y Charles McKeown, co-escritor con Terry Gilliam de Las aventuras del Barón Munchausen, requiriendo además modificaciones durante la filmación, que sin duda son el principal defecto de la cinta.

Como lo hiciera en La Gran aventura de Pee-Wee y Beetlejuice, Burton convocó al compositor Danny Elfman para proveer a Batman de una partitura oscura. En esta ocasión, el álbum de la banda sonora de Elfman fue complementado por otro del cantante Prince, quien inicialmente había recibido el encargo de componer una canción para la cinta.

 

Batman se estrenó en los Estados Unidos el 21 de junio de 1989 y se convirtió en la primera película en romper la cifra de los 100 millones de dólares en su primeros 10 días de exhibición, recuperando fácilmente los 40 millones de dólares que el estudio invirtió en su producción. No sólo se convirtió en la cinta más taquillera de 1989, colocándose por encima de otros populares estrenos, como Indiana Jones y la última cruzada, Arma Mortal 2, El Karate Kid parte III y Los Cazafantasmas 2 (añadamos a esta palomera lista La Sociedad de los Poetas Muertos y el drama ganador del Oscar El Chofer y la Sra. Daisy), con ganancias mundiales que excedían los 500 millones de dólares, sino que se convirtió en un fenómeno mercadológico y cultural como nunca se había suscitado antes. El símbolo y personajes de Batman se imprimió en todo tipo de artículos, desde tarjetas coleccionables hasta ropa interior. Hasta el estreno de Jurassic Park en 1993 permaneció como el parámetro para juzgar el éxito en taquilla. Además, cimentó el camino para la fiebre de adaptaciones cinematográficas de personajes de cómic que tuvo auge durante los noventa y de la actualidad.

 

Batman le mereció un Oscar a Anton Furst por el diseño de la producción, pero fue fuertemente criticada por ser demasiado oscura. Furst murió en 1991 al caer de un edificio en Los Angeles, incidente que fue declarado como suicidio por las autoridades. Por otra parte, la partitura de Danny Elfman fue ganadora de un premio Grammy.

El éxito de Batman propició en 1992 el lanzamiento de una nueva serie animada creada por Bruce Timm y Eric Radomsky (ganadora del Premio Emmy) y una secuela, también dirigida por Burton, Batman regresa. Considerada una cinta más oscura y personal por muchos, significó la salida de Burton de la franquicia. Asumió el rol de productor ejecutivo para la tercer y cuarta entrega (de cuyos nombres no quiero acordarme) y fue reemplazado por Joel Schumacher, quien destruyó por completo la magia del universo que se había edificado en torno al justiciero (aún tengo pesadillas con Jim Carrey como El Acertjo y con Arnold Schwarzennegger como el villano Mr. Freeze, con pantuflitas de oso polar).

 

 

La opinión de la crítica se divide respecto a la calidad del tercer largometraje de Tim Burton. Mientras la revista Rolling Stone y el New York Times la calificaron como un clásico y alabaron la actuación de Jack Nicholson, muchos otros medios consideraron que era dispareja al centrar su atención en el villano y no en el personaje protagónico. Batman definitivamente es un blockbuster movie, un espectáculo cinematográfico, y cumple plenamente con la intención primordial del cine: maravillarnos, transportándonos a mundos imaginarios, capturar nuestra imaginación y nuestra capacidad de asombro.

¿Porqué recordar a Batman y a Tim Burton? Burton es decididamente uno de los cineastas más ingeniosos de nuestra era. Su obra en conjunto es un estupendo cuerpo de trabajo cinematográfico. Sólido y consistente en sus temas (la marginalidad, la soledad, lo extraño, la dualidad de la condición humana, la belleza interior y los límites que establece la sociedad), personajes, actores (al igual que Almodóvar, podemos identificar a los Chicos Burton, entre los que se encuentran Johnny Depp, Danny de Vito, Jack Nicholson, su antigua pareja Lisa Marie, Jeffrey Jones, Michael Keaton, etc.), ambientes, técnica narrativa y estilo, reúne los elementos para ser calificado como cine de autor. Con la debida distancia, el cine de Burton no es distinto al de Buñuel o de Kubrick. Muchos críticos han acotado el termino burtoniano. Lo curioso es que sus películas pueden inscribirse en el ámbito de las grandes producciones hollywoodenses. El arte no está divorciado de lo comercial.

Respecto a Batman creo que es uno de los más importantes personajes de ficción de los últimos tiempos, a la altura de Sherlock Holmes. Batman es interesante por ser un héroe de carne y hueso, con el que podemos sentirnos plenamente identificados. Es un ser torturado, como muchos de nosotros. Él, junto con Spiderman, posee uno de los más terribles motivos para su heroísmo: el remordimiento. A diferencia del arácnido, Batman no fue mordido accidentalmente por un animal radioactivo. Él se forjó por voluntad propia. Sin embargo su heroicidad es una suerte de patología oscura; él no es diferente a los villanos que combate y demuestra, mejor que ningún otro héroe, que en ocasiones son nuestras decisiones y la locura las que nos definen.

¿Qué le espera al Hombre Murciélago en el futuro inmediato? Actualmente se encuentra en filmación Batman begins, dirigida por Christopher Nolan (Memento). Esta nueva entrega, planteada como un nuevo comienzo, una especie de precuela, centrará su atención en los primeros días de la lucha de Batman. Cuenta de entrada con un reparto sobresaliente: Christian Bale como Bruce Wayne/Batman, Michael Caine como Alfred, Gary Oldman como Jim Gordon, Morgan Freeman como Lucius Fox, Liam Neeson como Henri Ducard, Ken Watanabe como el villano Ra´s al Ghul y Cillyan Murphy como el Dr. Johnatan Crane, alias El Espantapájaros. La cereza del pastel es la actriz Katie Holmes.

 

Sólo me resta desearle un feliz cumpleaños al Murciélago (y de paso al Sr. Burton que está por cumplir 46 años). Hago votos porque su carrera cinematográfica aún tenga muchas sorpresas reservadas para nosotros, porque el cine, al igual que los héroes, nos acerca a lo maravilloso.

 

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* Texto íntegro de la conferencia dictada dentro del ciclo Charlas de Café de la Cineteca Nacional, celebrada junio de 2004.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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